miércoles, 12 de marzo de 2025

Pintura Corporal - Shadowpeach +18

     La relación de Sun Wukong y Macaque solía ser tan unida. Tenían un grupo de amigos extenso; gente con la que hablar y divertirse, pero nadie se entendía tanto como se entendían los dos. Era una relación íntima; tanto, que podrían permanecer horas en silencio uno al lado del otro y nunca se cansarían. Con su presencia le bastaba.

    Sin embargo, esta unión por azares del destino acabó. Ambos sabía que sería así, de cierta forma; los para siempre, verdaderamente, no duran para siempre. Sin embargo, la forma en la que acabó fue de los más desagradable, y necesitaban más tiempo. Más conversaciones, silencios reconfortantes y sus colas entrelazadas mientras comían fruta debajo de algún árbol.

    Se necesitaban. Necesitaban su presencia otra vez.

    Y años después de aquella disputa, juntos otra vez, les costaba acercarse al otro. A veces lo hacían, en silencio y sin explicaciones. Se arrimarían al cuerpo del otro, acariciaban su pelaje, entrelazaban sus colas. Llegó al punto en el que se abrazaban, se daban besos en varias partes del cuerpo como la espalda u el cuello, se sentaban a conversar de vez en vez acerca de cualquier cosa.

    Estaban empezando a acostumbrarse al otro nuevamente.

    Pero, entonces, surgió una necesidad nueva: La necesidad sexual.

    Ambos lo habían hecho múltiples veces antes; estaban acostumbrados al cuerpo del otro. Sin embargo, después de su separación y ahora su nuevo acercamiento...

    —Yo no puedo. —Contestó Liu'er mientras bebía un poco de té. Wukong se sobresaltó.

    —¿Y por qué no? —Cuestionó—. Tiene que ver con la incomodidad o...

    —Hace años que no sé qué es un orgasmo verdadero ¿Sabes? —Respondió en un tono divertido y luego suspiró—. Lo he hecho con un montón de demonios ¡Incluso con aquellos que dicen ser los dioses del sexo! He estado desesperado por muchos siglos, pero ninguno nunca ha logrado satisfacerme bien. Así que no.

    —¿Nunca?

    —No, nunca. —Afirmó—. He estado fingiendo orgasmos desde...

    «Desde que te fuiste» casi dijo, de manera casual. Pero las palabras se atoraron en su lengua. No le gustaba para nada lo que aquellas implicaban.

    —Desde hace muchos años. Estoy averiado, tal vez. Puede que sea algo que se va con los años ¿Sabes? Ese tipo de cosas... No es como si fuese una necesidad fisiológica, de todas formas.

    Macaque bajó el rostro para tomar un poco de su té. Wukong soltó una carcajada sonora.

    —Es un reto entonces.

    —¿Disculpa?

    —Estoy seguro de que puedo cambiar eso. Puedo hacerte experimentar un... No ¡Múltiples orgasmos! Si es posible. No estás averiado, sólo necesitas al indicado y ese, obviamente, soy yo. —Sonrió con socarronería.

    Macaque parpadeó varias veces y soltó un bufido tosco.

    —Oh, claro; por supuesto que puedes, Sun Wukong ¿Cómo no podrías? Por más que se te diga que algo es totalmente imposible siempre buscas la manera de tómartelo personal y hacerlo sobre ti. No te importa una puta mierda lo que te diga.

    —A ver, al menos inténtemoslo ¿No? El que no arriesga no gana.

    Mihou suspiró.

    —Por supuesto. Lo podemos intentar

    (...)

    Eran una maraña confusa de besos y pelo. Ambos apretados al cuerpo del otro en completa desnudez con las colas entrelazadas y las manos aferrándose al cuerpo ajeno. Todavía no pasaba nada verdaderamente subido de tono; sólo un momento bastante íntimo. Pero eso podía cambiar.

    Wukong rompió el beso, dejando pequeños besitos a lo largo del rostro de Macaque, y fue bajando lentamente por todo su cuerpo. Plantando besos en su cuello, lamiendo su pecho, sintiendo como se estremecía debajo de él a medida que tanteaba la piel expuesta con sus dedos.

    —Para ser alguien que nunca tiene orgasmos, sí que pareces bastante excitado en este momento. —Se burló el mono de la piedra.

    —No te sobreestimes, Wukong; es una reacción normal. Ya verás que luego nunca pasa nada.

    —Según tú... —Susurró para luego empezar a besarle la pelvis. El área un poco más arriba de su intimidad.

    Entonces, fue dejando besos a lo largo de sus muslos mientras de la boca de Mihou salían pequeños jadeos y gemidos, apretando las sábanas. Wukong perfiló con un dedo la línea que unía su entrepierna con sus piernas, Macaque estaba aguantando la respiración.

    Luego, con su dedo índice, recorrió los pliegues de su vulva de arriba a abajo, sintiendo así la suave humedad de su piel. Paró en el clítoris y lo rozó con la punta de su dedo, acción que sacó un jadeo entrecortado del contrario.

    Wukong sonrió con sorna. —Mira lo mojado que estás y lo único que he hecho ha sido tocarte... Has estado necesitado por mí ¿No, mi amor?

    Macaque ahogó un gemido.

    —Te estás dando demasiado crédito, viejo mono... —Contestó con una sonrisa soberbia y la respiración agitada—. No eres el único capaz de hacerme sentir así ¿Sabes eso, verdad? No haré nada para inflarte más el ego.

    Wukong sólo sonrió, tomando el reto que sus palabras implicaban.

    Escondió la cara entre sus piernas, dejando lamidas a lo largo de la vulva de su contrario, sintiendo cómo se retorcía debajo de su tacto. Lo tomó, entonces, entero con la boca. Abriéndola de par en par y devorándolo con la lengua. Lamiendo y chupando cada uno de sus pliegues y el pequeño botón que lo decoraba.

    Mihou estaba ahogando cada uno de los sonidos que amenazaban salir de su boca. Nada de eso podría estar haciéndolo sentir así de bien. Wukong tenía sus manos en los muslos, acariciándolos y haciendo círculos en su pelaje negruzco con los dedos. Acto que hacía que recorriesen escalofríos por su espalda.

    El rey levantó su rostro de entre las piernas de su amado. Su cara sonrosada y una sonrisa condescendiente dibujada. Se relamió los labios.

    —¿Y? ¿Todavía nada?

    —Mhm... —Negó Macaque, a pesar de que sus piernas temblaban y podía sentir el cosquilleo de un orgasmo acumulándose en su vientre—. N-Nada de nada...

    Wukong soltó una risa que le molestó a Macaque. Él sabía cómo era usualmente cuando tenían sexo; una patética maraña de balbuceos, gemidos y pelo desordenado rogando por más. Y ahora ¿Qué había pasado? Se comporta así porque sabe que tiene el control. Porque tiene un reto y se propuso a cumplirlo.

    Y, mierda, lo estaba logrando.

    El rey acercó su rostro a las orejas de Macaque, al lado derecho de su rostro, y exhaló en ellas, haciendo que Mihou se retorciese aún más debajo de él. Lo tomó del brazo y cerró los ojos con fuerza.

    —Negarlo no hará que la verdad cambie. —Susurró contra una de sus orejas mientras estimulaba su clítoris con el dedo del medio. Perfilándolo en círculos, apretándolo, moviendo su dedo encima de él. Sentía como su Mihou temblaba debajo de él—. Sólo mírate. Yo soy el único que puede sacar este lado de ti.

    —Tú no... Mgh... —Apretó con fuerza el brazo de su contrario mientras sus piernas y pelvis daban espasmos. Escondió su rostro en el pecho de Wukong, avergonzado.

    Wukong se sorprendió ante esto. Sabía que él podía hacerlo suceder. Podía hacerle sentir así. Pero no sabía que sería así de rápido.

    Eso hizo que se emocionase aún más.

    Limpió sus dedos con su pelaje. —¿Y?

    —C-Cállate...

    Sun Wukong soltó una sonora carcajada y empezó a besar su rostro incontrolables veces mientras lo acomodaba mejor entre sus piernas.

    —No te enojes, mi amor. —Dijo—. Se supone que tenemos que disfrutar esto juntos ¿No es así?

    —Mentira. Estás mintiendo. Estamos haciendo esto porque quieres probar que eres el mejor en todo.

    —Mmm... Tal vez eso sea un poco cierto. —Contestó con una sonrisa mientras rozaba su miembro entre los muslos de Macaque—. Estás tan mojado, Dios...

    La lentitud lo estaba desesperando. Se le olvidó que así era tener sexo con Wukong; una montaña rusa de sensaciones en las que en un momento pasaría de tratarlo con dulzura y delicadeza a follárselo sin pudor. Y Macaque nunca podía anticipar ninguno.

    Eso es lo que más le gustaba.

    Su pequeño juego le estaba tomando tiempo así que lo tomó del brazo y lo apretó con un quejido para hacerle saber que quería que la metiera de una vez.

    Wukong soltó un bufido. —¿Todavía estás tan necesitado aún cuando te acabas de venir?

    Macaque no contestó, sólo desvió la mirada con vergüenza. Wukong tomó la oportunidad para introducir su miembro lentamente, empezando con la punta para seguido meterlo poco a poco. Un gemido ronco salió de sus labios.

    —Oh... —Exclamó—. Estás tan... Mgh... C-Caliente...

    Ah, ahí estaba el Wukong que él conocía.

    Macaque sonrió ante lo patético que se veía su rey en esa situación. Sonrió porque quería ignorar el hecho de que posiblemente estaría por experimentar otro orgasmo.

    Simplemente era demasiada sobreestimulación. Su intimidad necesitaba descansar después de haber recibido tanto. Y los gemidos y jadeos patéticos de Wukong no ayudaban nada.

    Fue así que se contrajo nuevamente. Los dedos de sus pies doblándose y sus piernas tensándose. Dejó salir un gemido entrecortado mientras enredaba su cola alrededor de Wukong para encontrar estabilidad.

    El rey abrió los ojos sorprendido. —¿Otra vez?

    —C-Cállate. —Se sentía tan patético. Tan indefenso. Que ese estúpido mono fuera el único que sacaba esas sensaciones y reacciones de él después de tanto tiempo...

    Ugh, era tan injusto.

    —Mierda... Estás tan estrecho...

    Empezó nuevamente el curso de las embestidas. Frenético y fuerte. El sonido de piel contra piel, de las respiraciones de ambos mezclándose. Los gemidos de ambos llenando la habitación. El chasquido húmedo de los sonidos que emitía su pene al entrar y salir de la vulva de Macaque. Era demasiado. Ambos sentían que era demasiado.

    Extrañaban estar así y no se habían dado cuenta. Extrañaban acoplarse el uno con el otro. Extrañaban el calor tan único que el cuerpo del otro emanaba. Extrañaban entrelazar sus colas y acariciar sus cuerpos.

    Wukong llevó su mano derecha al cuello de Macaque y lo acarició con la punta de los dedos. Así llevándose su mano al pelaje que envolvía sus hombros y parando en las cicatrices que atravesaban sus pectorales, perforándola con los dedos.

    —Eres tan hermoso, mi vida. —Dijo mientras lo embestía—. Mira lo bonito que eres, mi amor...

    Liu'er sentía el cosquilleo nuevamente acumulándose en su vientre. Wukong se arrimó sobre él y empezó a besarle el rostro, sacándole un montón de gemiditos lastimeros.

    —Eres lo más hermoso que tengo, mi amor. —Decía con la respiración agitada—. Soy capaz de pelearme con la luna misma y hacer de ella tres pares de zarcillos de jade blanco para tus preciosas orejas.

    Todos esos halagos lo estaban matando. Macaque no pudo más y se vino nuevamente, aferrándose a la espalda de su amado.

    Wukong rió. —A este punto creo que debemos dejarte descansar ¿No es así? Yo también sé que se siente esa desagradable sobreestimulación.

    —No me subestimes...

    —No lo hago. Simplemente me preocupo. —Wukong salió de Macaque con un sonido húmedo, apoyando la palma de su mano en una de sus rodillas.

    —No hay nada de lo que tienes que preocuparte. Soy un demonio ¿Se te olvida? Tengo más resistencia que cualquier humano.

    —¿Ah, sí? —El rey volvió a introducirse en Mihou, quien soltó un gemido entrecortado y se volvió a contraer con espasmos en las piernas. La sensación eléctrica del orgasmo recorriendo su cuerpo nuevamente—. Este es el cuarto.

    —¿L-Los estás contando?

    —¡Por supuesto que los estoy contando! —Salió de su entrada y se acomodó en algún lugar de la cama—. Ven aquí ¿Por qué no mejor usas tu bonita boca?

    Macaque se posó entre las piernas de Wukong, tomando el hinchado falo entre sus manos. Medía, al menos, diecinueve centímetros. Con la cabeza hinchada y unas venas protuberantes recorriendo la extensión. Recorrió, entonces, todo su miembro con la lengua, empezando desde la punta. Sintió como su rey tembló debajo de él y como sólo podía gemir.

    Entonces, engulló la cabeza con la boca; usando su lengua para dar lengüetazos "de gatito" que a Wukong le hacían jadear y temblar. Y así fue introduciéndolo poco a poco a su boca. Subiendo y bajando lentamente hasta llegar a engullirlo por completo. El pelo púbico de su amado cosquilleándole la nariz.

    Tenía un ritmo constante. La sensación del miembro en su boca y los sonidos que salían de la boca de Wukong le hacían delirar, sintiendo esa calidez acumulándose en su vientre.

    Dios, ni siquiera lo estaba tocando y la simple idea de estar bajo su merced de esta manera le provocaría un quinto orgasmo.

    —Oh, b-bebé puedo, mgh... —Wukong posó una mano sobre su cabeza para pausar su labor— ¿P-Puedo...? Ya sabes...

    Macaque, de hecho, sí sabía a qué se refería. Así que abrió de par en par a modo de respuesta.

    Su rey lo tomó de las mejillas y acercó su rostro a su miembro, introduciéndolo de nuevo. Luego, empezó a embestir paulatinamente el interior de su boca. Sintiendo como su caliente cavidad oral apretaba la longitud de su verga. La tomaba y la chupaba, sin intención de dejarla ir. Macaque se sentía mareado; ido. Sólo podía pensar en el hombre que estaba usando su boca para complacerse.

    —¡M-Macaque! —Gimió—. Mi amor... Wǒ ài nǐ, wǒ ài nǐ, wǒ ài nǐ...

    Macaque clavó sus garras en los muslos de Wukong para ganar estabilidad, sintiendo como salía un sangre de la piel perforada. Juntó las piernas y el electrochoque del quinto orgasmo le hizo temblar hasta el último de sus pelos.

    Wukong dió una última embestida y se corrió en la boca de macaque, demasiado ido para ser consciente de que éste tuvo un quinto orgasmo. Salió de su boca con un suspiro, líquido blanquecino manchando las sábanas mientras recorría la barbilla de su precioso Mihou.

    Wukong sonrió. —Ven. —Dijo mientras palmeaba su regazo—. Siéntate aquí.

    Macaque, limpiándose los labios con el dorso de la mano, acató la orden. Se sentó en las piernas de su rey, su cola enredada alrededor de uno de sus muslos, y le dió la cara. Lo tomó de las mejillas y empezó a besarlo como lo había hecho en un principio; con dulzura y pasión.

    Wukong llevó una de sus manos a la entrepierna de Macaque y lo empezó a masturbar nuevamente. Introdujo sus dedos dentro de la húmeda y, ciertamente, desatendida entrada de su amado para empezar a embestirlo en un vaivén acelerado. Macaque rompió el beso y se aferró a uno de sus brazos, gimiendo sobre su boca.

    —Eres una maldita puta tramposa... —Susurró entrecortadamente.

    —¿Yo? Pero si no he hecho trampa en ningún momento, mi amor. Simplemente eres así de débil a mi tacto...

    Wukong empezó a besarle la frente y susurraba: «wǒ de ài, wǒ de ài, wǒ de ài...» repetidas veces mientras lo estimulaba con los dedos. Fue entonces que, mientras anticipaba el sexto orgasmo, Macaque se dió cuenta de que la razón del porqué era tan débil ante él es porque él le trataba con una ternura con la que nunca había sido tratado antes. Le besaba, le decía cuán bonito era, lo abrazaba y se preocupaba por él. Se dió cuenta, entonces, de cuánto lo extrañaba y cuánto extrañaba esa relación que tenía con él.

    Nadie más podía hacerlo sentir así porque él no estaba enamorado de nadie más que no fuese Wukong.

    Y entonces, en medio de un beso, tuvo el sexto orgasmo. Aferrándose al cuerpo de su rey, su sol, su amado. Su Sun Wukong.


Fecha: 25 de Febrero del año 2023

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